domingo, 25 de agosto de 2019

Sobre confundir a Roberto Bolaño con Roberto Gómez Bolaños

Esta semana me escribió un entrañable amigo que vive en Ciudad de México para contarme que en una librería escuchó a una señora preguntar si la novela "El espíritu de la ciencia ficción" era de Chespirito.

Sin embargo, la confusión entre Roberto Bolaño y  Roberto Gómez Bolaños data de tiempo atrás y la verdad es que sus similitudes fonéticas resultan más que evidentes para invitar a utilizar un nombre por otro. No tengo registro de que alguno de los involucrados se pronunciara sobre su supuesto homónimo pero sí una infundada sospecha de que el comediante es más conocido que el escritor no solo en México sino también en todo Latinoamérica y, por lo tanto, esto ha generado un sinfín de situaciones tan incómodas como chuscas.

Existe un afamado video de una presentadora chilena que anuncia bochornosamente la muerte de Roberto Gómez Bolaños cuando en realidad había muerto Roberto Bolaño en julio de 2003, once años antes de que falleciera realmente el primero. 


Bien vale la pena dejar registro de esto en el blog para que tal vez, pero solo tal vez, entendamos estos errores, simple y sencillamente, como actos de justicia poética..., pero tristemente orquestado por el mismísimo Chapulín Colorado. O algo así. 

                             

La ilustración, según me entero, es de Eduardo Salgado Nader.

domingo, 18 de agosto de 2019

Bolaño sobre los estudiantes de Derecho en "Los detectives salvajes"


La novela de Los Detectives Salvajes comienza cuando a Juan García Madero no le permiten estudiar letras y, por insistencia de su tío, termina inscribiéndose desconsoladamente en la carrera de Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México. Páginas después me encontré este párrafo en el que Bolaño, a través del personaje de María Font, vuelve sobre los estudiantes de Derecho. 

domingo, 4 de agosto de 2019

Poema: Hecatombe por Patti Smith


Poema homenaje que Patti Smith le compuso a Roberto Bolaño en 2012.
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Hecatombe


Hablaste de una hecatombe espiritual
El sacrificio de cien bueyes
En ofrenda al oráculo
El dios de la verdad
La poesía y la música
Hablaste de una canción
La cruzada de los niños
La muerte y la montaña
En un empalme helicoidal
Ahora nosotros los indignos
Reveladores no solicitados
Ponemos todo patas arriba
Pagamos y nos vamos
Y hablamos de esta
Infiltración
Canonización
Celebración apocalíptica
Escupimos semillas nos lavaos bien las manos
Esparcimos harina de cebada
Ante el altar de tu libro
El mundo que es todos los mundos
Y la lira quebrada de Apolo
Y la sierra curva del sacrificio
Hablamos del círculo de hierro
Una hecatombe sagrada en tu nombre
Aunque no mueran todos a la vez
Metódicamente en intervalos de tres minutos
Un centenar de cohetes al final
En cámara lenta un estallido a la vez
Para que la boca de los espectadores asombrados
Permanezca alerta el tiempo necesario
En cuanto a las cifras de los bueyes 3 X 100
Un ritual de trescientos minutos
Un poema de muerte perpetua
Que supere a los griegos
En el distrito de la musa
Estos bueyes son como pájaros
Transitivos casi sin ensayar
De largas patas grises como elefantes
Con tristes gestos espasmódicos
Cada uno un poema un águila de alas desplegadas
Con una falda multicolor
Subida hasta el rostro
Envuelta entre las alas
De risas inflamadas
Los bueyes son terneros
Que retozan en el polvo
Suspirando por el leñador
Cuya hacha estaba viva
Sus lágrimas se evaporan
Como sudor en la nuca de un jornalero de la frontera sur
Donde no hay fronteras
Donde bardos y asesinos raspan las suelas
Encriptadas de zapatos incriminadores
Y los corazones que se resquebrajan escriben
Sobre su Santa Teresa
Una ciudad en forma de vestido
Con el pecho perforado
Que riega varitas de sangre
Un retablo de su santa ropa sucia
Extremidades blancas
Pies blancos
Que brincan juegos indiscretos
Pellejo pálido
Muslo fajado estremecido sobre el asador
Bajo la lámpara lunar
Un cuerno suena y se propaga
Somos esclavos renacidos
El berrido de los
Bueyes anudados como una exhibición de fieras
Alrededor del cuello de un gigante
Somos su orgullosa cabeza
Que estalla como una burbuja
En una jeringa dorada
Somos los bueyes del sol
Que arrojamos camisas en llamas
En dirección más peligrosa
El abrigo de un poeta
Es la piel con bolsillos de abismo
Cortados en verso yámbico
Su cuchillo es un juguete que hace girar en espiral el universo
que marca el cielo curvo
una trilogía de números que sella un cráneo electrificado
Él ensancha su torso huesudo
Se zambulle en el estanque de la fuerza vital
Y desata para siempre
Un centenar de coronas de laurel
Levántate Roberto
Alza tu ballesta
Levántate por el centro
Baila sobre las aguas
Un baile lento que haga temblar la tierra con tu furia extasiada